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martes, 20 de septiembre de 2011

QUE ES UNA ANJANA?



“La anjana (de jana, antiguo nombre con que se designaba a las hechiceras durante la Edad Media) es uno de los personajes más conocidos de la mitología cántabra. Estas hadas son la contrapartida a los crueles y despiadados ojáncanos y ojáncanas y en la mayor parte de las versiones son las hadas buenas de Cantabria, generosas y protectoras de las gentes. Su representación en la mitología cántabra recuerda a la de las xanas en Asturias, las janas en León y las lamias vascas.

En la tradición oral encontramos distintas explicaciones sobre la naturaleza de las anjanas. Unos dicen que son criaturas celestiales enviadas por Dios para realizar obras buenas y que tras 400 años regresan al cielo para no volver. Otros en cambio señalan que son espíritus de los árboles encargados de cuidar de los bosques. En todo caso, las describen de aspecto hermoso y delicado, con medio metro de estatura, ojos rasgados, brillantes pupilas negras o azules como luceros y mirada serena y amorosa. Tienen una piel blanquísima y su voz es dulce, unas veces parece un ruiseñor cuando están contentas y otras las de un escarabajo al pisar de las hojas en otoño. Esconden unas alas prácticamente imperceptibles y casi transparentes.

Estas ninfas de La Montaña poseen largas trenzas de color azabache u oro adornadas con lazos y cintas de seda multicolores y se ciñen a la cabeza una hermosa corona de flores silvestres.

En general sus ropas son blancas impolutas y por encima portan una capa de color azul con toques en dorado y rojo, pero durante el invierno se mimetizan con el ambiente vistiendo trajes negros. Siempre llevan consigo una larga vara de mimbre o espino con una estrella en la punta, la que cada día de la semana ilumina con luces diferentes.

 Según se dice es más fácil encontrarlas cuando aparecen los primeros rayos del alba o al atardecer, pero ellas son las que deciden ante quien mostrarse y ante quién no.

Se las ve paseando por las sendas de los bosques, descansando en las orillas de los veneros y en los márgenes de los arroyos que parecen que cobran vida. Conversan con las aguas que manan de las fuentes y manantiales que es donde vive. Ayudan a los animales heridos, a los árboles partidos por las tormentas o los ojáncanos, a los enamorados, a aquellos que se extravían en la frondosidad del bosque, a los pobres y a los que sufren.

Durante las noches, en algunas ocasiones, se pasean por los pueblos dejando regalos en las puertas de las casas de aquellos que se lo han merecido por sus buenas obras. Se dice también que las Anjanas se reúnen en el comienzo de la primavera en los altos pastos de los montes y danzan hasta el amanecer asidas de las manos en torno a un montón de rosas que más tarde esparcen por los caminos. Aquel que encuentre una de estas rosas de pétalos rojos, verdes y amarillos será feliz hasta la hora de su muerte.

Son hadas buenas de la montaña, son mieles y blanduras en su espíritu, reflejos de bondades, de misericordias, De mansedumbres, de virtudes, muy hermosas y cabales, son la parte buena del alma de la imaginación, de la fe, en estas hechiceras dulcísimas que alivian las penas, las zozobras, las inquietudes, las ansias, el hambre, la sed y el dolor.

Son un espíritu eternamente sosegado, de mes de Mayo, de noche de estío, de remanso transparente. Sensaciones de lo divino. Sementeras y rocíos inefables en sus manos pálidas, de sus ojos verdes y serenos que miran amorosamente.

El corazón de las Anjanas es una rosa muy grande, con muchas gotas de miel en las hojas y un rocíu que díz que son las lágrimas de la madre Dana.

Antes del amanecer han aderezado su cabellera, con peines de coral y lazos de seda, después se hincan y rezan una jaculatoria por todas las desgracias de los hombres. Andan lentamente por los senderos, se sientan a descansar a la orilla de los arroyos y los pajarillos les cantan canciones que solo ellas logran entender, conversan con las aguas...

Ellas saben preparar un brebaje antiquísimo y milagroso que puede curar a los enfermos, el cual usan para sanar a las criaturas de los bosques. Viven en grutas cuyas paredes están revestidas en plata y los suelos son de oro, estos palacios féricos están escondidos en las fuentes y manantiales más bellos.

Cuando pasean por los pueblos dejan regalos en las puertas de los que se lo han merecido y si se la invoca pidiendo ayuda ellas la prestarán si es buena persona, pero también castigan a quien las desobedece.
Las Anjanas hablan el idioma de la naturaleza por ello es que pueden comunicarse con toda la creación, perciben la energía de los insectos, aves y demás animalitos como la que emana de rocas o manantiales de aguas cristalinas. Son almas muy bondadosas que premian a las personas de buen corazón, pero castigan con mano dura a quienes cometen actos crueles contra todo ser vivo o alteren la paz del bosque.

Por su cualidad de ser fantástico estas hadas poseen la capacidad de adquirir forma humana para interactuar con los habitantes de este mundo, pero por ley tienen prohibido enamorarse de un mortal. Si una Anjana trasciende esta norma, será perseguida por la desgracia y el amor que la una a un ser humano estará marcado por el dolor.

Ambos se verán obligados vivir un eterno sufrimiento sin poder nunca saciar su sed ni su hambre, sentirán frío y no encontrarán abrigo, desearan la muerte pero esta nunca llegará por lo cual vagarán para siempre errantes y sin sosiego, juntos pero sumidos en la más profunda desgracia.

Dice la tradición que durante el equinoccio de primavera, en la media noche, se reúnen en las brañas y danzan hasta el amanecer cogidas de la mano, esparcen rosas y quien logre encontrar una de estas que tienen pétalos púrpuras, verdes, áureos o azules, será feliz hasta la hora de su muerte.

No hay suplica sin merced, ni virtud sin regalo, ni lástima sin remedio, ni amargura sin alivio cuando la invocación es sincera y se hace al amanecer en el punto y hora en que la Anjana deja asomar su báculo por entre las flores que rodean a la torca.

Nos contó una moza de Carmona que se le apareció una Anjana con el pelo suelto, largo y castaño, con picaya en la mano, con zapatos de piel parda, vestido ligero y parecido a la gasa blanca, Ojos verdes y con corona de flores en su delicada cabeza, bajita y bien parecida:





"Anjana de la compasión
aliviame el corazón
dame un pocu de consuelu
del que diz bajas del cielu
dame un pocu de alegría
en las horas de esti DIA
dame un pocu de la miel
y haz de la pena estiel
Anjana de la güena suerti
las mis penas son de muerti
dame tú la bendición
y aliviame el corazón." 



La Anjana y la Navidad.

Como relata el escritor montañés Manuel Llano en su obra Mitos y leyendas de Cantabria, las Anjanas llegarían a las poblaciones del interior de la región durante la madrugada del 6 de enero con la intención de traer a los niños diversos juguetes y regalos. Esto se produciría cada cuatro años y generalmente en familias pobres o de bajo nivel económico. La tradición aún se mantiene anualmente en algunas localidades de Cantabria, en convivencia con la figura del esteru.”